9.8.08

La receta perdida: Queimada

Tenía mi abuela guardada esta receta de queimada, escrita junto con el conjuro, en un cajón muy oscuro.
Mi hermanito la encontró y rompió el papel en muchos pedacitos. Yo intenté rearmarla, aunque algunos trocitos se perdieron, y esto es lo que quedó de la vieja receta original. No sé... quizás algún día me anime a hacerla.

En un recipiente de barro cocido se vierten demonios, duendes y diablos, espíritus de las neblinosas fincas, el aguardiente y el azúcar, en la proporción de 120 gramos por cada litro de líquido. En el mismo cazo, búhos, lechuzas, sapos y brujas, cuervos, salamandras y meigas; removiéndolo, se espera a que las llamas tengan un color azulado. Se añaden mondaduras, podridos troncos ahuecados, gusanos y alimañas, hocico del sátiro y pie de conejo. Se echa nuevamente cuerpos mutilados de los indecentes, pedos de los infernales culos, pelo malo y sucio de cabra mal parida.
Se remueve y se le enciende fuego, fuego de los cadáveres ardientes, se acerca al recipiente olor de los muertos, truenos y rayos de limón y los granos de café. Se vierte sobre las llamas y huirán las brujas a caballo de sus escobas, hasta que el azúcar se consuma. Previamente habremos colocado pecadora lengua de la mala mujer, un poco más de azúcar, esta vez seco, mal de ojo, negros hechizos, y colocándolo sobre la queimada se mueve hasta convertirlo en almíbar, muy despacio, hasta que el fuego pase de uno a otro, las llamas de este fuego que se asemejan a las del infierno. Continuar hasta que se queme la casi totalidad del alcohol.
Se deja apagar y se sirve.
Y cuando este brebaje
baje por nuestras gargantas....


(acá termina la receta, ¡Dios sabe lo que pasará cuando este brebaje baje por nuestras gargantas!)
Aunque quedó un trocito más de receta, que no supe dónde insertarlo y dice:

“¡Oíd, oíd! los rugidos que dan ...”
(Seguramente los que la han bajado por sus gargantas)