No sea zonzo. No vamos a escribir algo de humor recurriendo al remanido chiste de “tómese un niño, preferentemente de corta edad, envuélvalo en su mantita preferida, luego en celofán e introdúzcalo en el horno, todavía a baja temperatura, así sufre más durante la cocción, etc, etc, etc.”
No.
Se trata de una recomendación para cocinar niños envueltos, como contraposición a niños desenvueltos; es decir para cocinar a niños timoratos, asustadizos, indecisos, apocados, miedosos, temerosos, tímidos.
Como padre, a usted habrá pasado por una situación semejante a ésta: reunión de amigos en su casa, nene vení y recitale el canto cuarto de la Odisea que te enseñaron en la escuela acá a los señores (ya sabe usted, ese que empieza “Apenas llegaron a la vasta y cavernosa Lacedemonia, fuéronse derechos a la mansión del glorioso Menelao …” ) y el mocoso insolente, con su mejor cara de medavergüenza se niega, haciéndolo quedar a usted francamente mal delante de las vistas. Hágame caso. Cocínelo. Deshágase de la sanguijuela e invite a comer a los mismos que no pudieron escuchar el recitado la vez anterior; que a esta altura, por las dudas, se habrán aprendido la Odisea entera.
Por la pérdida del infante no se haga problemas. Después hace otro con la patrona.
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Hace 7 años.
2 comentarios:
Gracias por el dato, apuntado y aprendido queda.
Pero... ¿y si hace lo pedido? ¿lo podemos cocinar igual? digo, un mocoso es un mocoso y de ellos no se puede confiar...
Sí, no hay problema. Si el mocoso hace lo que le pedís, mandale un revés en la jeta y hacé como si te hubiese desobedecido; y listo
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