No sea zonzo. No vamos a escribir algo de humor recurriendo al remanido chiste de “tómese un niño, preferentemente de corta edad, envuélvalo en su mantita preferida, luego en celofán e introdúzcalo en el horno, todavía a baja temperatura, así sufre más durante la cocción, etc, etc, etc.”
No.
Se trata de una recomendación para cocinar niños envueltos, como contraposición a niños desenvueltos; es decir para cocinar a niños timoratos, asustadizos, indecisos, apocados, miedosos, temerosos, tímidos.
Como padre, a usted habrá pasado por una situación semejante a ésta: reunión de amigos en su casa, nene vení y recitale el canto cuarto de la Odisea que te enseñaron en la escuela acá a los señores (ya sabe usted, ese que empieza “Apenas llegaron a la vasta y cavernosa Lacedemonia, fuéronse derechos a la mansión del glorioso Menelao …” ) y el mocoso insolente, con su mejor cara de medavergüenza se niega, haciéndolo quedar a usted francamente mal delante de las vistas. Hágame caso. Cocínelo. Deshágase de la sanguijuela e invite a comer a los mismos que no pudieron escuchar el recitado la vez anterior; que a esta altura, por las dudas, se habrán aprendido la Odisea entera.
Por la pérdida del infante no se haga problemas. Después hace otro con la patrona.
Una novela policial con vampiros en un Buenos Aires distópico
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Empiezo con "Buenos Aires Hemo" de Hernán Domínguez Nimo. Vayan acá,
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Hace 6 días.
2 comentarios:
Gracias por el dato, apuntado y aprendido queda.
Pero... ¿y si hace lo pedido? ¿lo podemos cocinar igual? digo, un mocoso es un mocoso y de ellos no se puede confiar...
Sí, no hay problema. Si el mocoso hace lo que le pedís, mandale un revés en la jeta y hacé como si te hubiese desobedecido; y listo
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